Movilizacion misionera , EL DESCONOCIMIENTO DE LAS MULTITUDES
“. . . LA MIES ES MUCHA . . .”
Jesús.
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión
de ellas . . .”
Jesús.
“Tener el conocimiento de Cristo nos impone
el deber ineludible de compartir ese co-
nocimiento con todos los hombres sin demo-
ra. Retenerlo es un crimen de infinita mag-
nitud contra esa gran porción de la raza hu-
mana que todavía está en la obscuridad”
J. O. Sanders.
“La ignorancia es clásica enemiga del cono-
cimiento, porque lo que no se sabe, no
existe”
Clarín 27/11/88.
Jesús, como el misionero N° 1, vino a este mundo a “buscar y a salvar lo que se había perdido” y para cumplir con esa misión, entre otras muchas cosas que hizo, debió enfrentarse con las multitudes necesitadas. Después de haber vivido sus primeros treinta años de preparación, después de bautizarse y recibir la unción del Espíritu Santo, habiendo vencido a su fiero enemigo y tentador en el desierto, decididamente comenzó a predicar el evangelio e invitar a sus contemporáneos a entrar “en el reino de Dios”.
Mateo relata que recorría toda la provincia de Galilea y estaba en contacto con “mucha gente” que provenía de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán. El Sermón del Monte – Mateo 5 – 7 – fue pronunciado “viendo la multitud”, y en una de las citas que encabeza este capítulo, lo encontramos nuevamente con “la visión” de la multitud de seres humanos que lo rodeaban.
J E S Ú S Y L A S M U L T I T U D E S.
¿Qué sentía Jesús al contemplar las multitudes de su tiempo? Él podía apreciar sus profundas necesidades, y la compasión brotaba de su corazón. No se equivocaba al considerar las condiciones materiales y espirituales en que se encontraban. Las veía “desamparadas y dispersas (“cansadas y abatidas” – traduce otra versión) como ovejas que no tienen pastor”. En otras palabras, a punto de ser devoradas por los lobos de la maldad y el error. Esta descripción parece un eco de lo que Dios expresa en Proverbios 24. 11 donde dice “libra a los que son llevados a la muerte . . . salva a los que están en peligro de muerte”. Detrás de esta expresión se ha imaginado que estos que son llevados a la muerte podrían ser comparados con los animales que en un matadero van en fila por un estrecho pasillo al final del cual los espera un afilado cuchillo, y en un instante más, la muerte . . . ¡Mueren “sin sospechar” que iban a morir! A semejanza de esos animales que ignoran por completo el destino que les espera hay multitudes de hombres y mujeres hoy que se dirigen lentamente a la eternidad totalmente inconscientes de que les espera la muerte y perdición eterna. ¿Podría ser este cuadro más dramático, más triste y más doloroso?
Autor: Andres Robert
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