La obra misionera es la delegación más importante que nos ha hecho nuestro Señor. También es un privilegio que solo se nos ha dado a los hijos de Dios, pero que implica una gran responsabilidad.
Esta responsabilidad la debemos asumir, con la plena seguridad que AQUEL que nos delegó estará con nosotros y cumplirá su propósito a pesar de cualquier dificultad que podamos afrontar.
1. LA OBRA MISIONERA SIEMPRE ENFRENTA OPOSICIÓN
Cuando estamos decididos a hacer la obra de Dios, debemos tener presente que aunque contamos con el favor del Señor, la mayoría de las veces vamos a enfrentar obstáculos, persecuciones, oposición y otras dificultades.
Ejemplo de ello es el Apóstol Pablo, quien fue escogido por Dios para llevar su mensaje y ser uno de los misioneros más grandes que ha existido. De hecho, cuando Dios delegó a Ananías para que orara por él, advirtió lo que sufriría:
HECHOS 9:15—¡Ve! —insistió el Señor—, porque ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel.16 Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.
El apóstol Pablo desde el mismo momento de su conversión comenzó a hacer la obra que Dios le había encomendado e inmediatamente empezó a enfrentar la oposición:
HECHOS 9: 23 Después de muchos días, los judíos se pusieron de acuerdo para hacerlo desaparecer, 24 pero Saulo se enteró de sus maquinaciones. Día y noche vigilaban de cerca las puertas de la ciudad con el fin de eliminarlo. 25 Pero sus discípulos se lo llevaron de noche y lo bajaron en un canasto por una abertura en la muralla.
Y por todas partes adónde llevaba el mensaje muchos se convertían, pero también lo perseguían, golpeaban, arrastraban y humillaban:
HECHOS 14:19 Pero llegaron unos judíos de Iconio y Antioquía, y convencieron a la gente para que se pusiera en contra de Pablo. Entonces la gente lo apedreó y, pensando que estaba muerto, lo arrastró fuera del pueblo.
Pero el Apóstol Pablo a pesar de las dificultades seguía cumpliendo su misión, confiando en que Dios lo había encomendado para esa tarea y por lo tanto lo respaldaría:
HECHOS 14:24: Pablo y Bernabé continuaron su viaje, y pasaron por la región de Pisidia hasta llegar a la región de Panfilia. 25 Allí anunciaron las buenas noticias, primero a los del pueblo de Perge y luego a los de Atalía.
2. LA OBRA MISIONERA PUEDE HACERSE DE FORMAS IMPENSABLES
El Apóstol Pablo no cesaba de viajar por muchas ciudades y provincias anunciando el mensaje de salvación, preparando y comisionando a otros para cumplir la gran comisión.
Pero en muchos de estos lugares, a pesar de que habían personas que se convertían al Señor, era perseguido hasta el punto de ser arrestado.
Sin embargo, en medio de la prisión Pablo nunca dejó de hablar de Cristo y de exaltarlo, en el relato de su encarcelamiento en Filipos podemos ver como el Señor le respaldó y le llevó a ese lugar de oscuridad para que anunciara el evangelio.
Dios también se manifestó con señales milagrosas, que mostraron su gracia y favor hacia sus siervos, lo cual fue un testimonio para que el carcelero y su familia se convirtieran al Señor:
HECHOS 16:32 Pablo y Silas compartieron el mensaje del Señor con el carcelero y con todos los que estaban en su casa.33 Después, cuando todavía era de noche, el carcelero llevó a Pablo y a Silas a otro lugar y les lavó las heridas. Luego, Pablo y Silas bautizaron al carcelero y a toda su familia
Después de su liberación milagrosa, el Apóstol Pablo siguió recorriendo todas las provincias y ciudades de Asia, predicando el mensaje de salvación, haciendo milagros asombrosos en el nombre del Señor, hasta que finalmente se propuso llegar a Roma con el mensaje del evangelio.
Estando en medio de estas correrías, el Espíritu Santo lo impulsó a ir a Jerusalén donde sería arrestado y juzgado en medio de mucha confusión y de mucho alboroto.
Es probable que el Apóstol Pablo pensara que ese era el final de su ministerio y que su deseo de ir a Roma hubiera sido solo emocional, pero es allí en este momento de gran tribulación cuando el Señor lo llena de esperanza y le da esta promesa:
HECHOS 23:11(NVI) 11 A la noche siguiente el Señor se apareció a Pablo, y le dijo: «¡Ánimo! Así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, es necesario que lo des también en Roma.»
Lo que el Apóstol Pablo nunca imaginó fue que El Señor le cumpliría esa promesa de la forma como sucedió, el relato completo lo encontramos en Hechos 27:13-28:16, un naufragio en altamar en medio de una fuerte tormenta, tan fuerte que los marineros perdieron toda esperanza de vida.
Pero es nuevamente allí, en medio de esta dificultad, cuando Dios se encarga de recordarle a Pablo que EL iba a cumplir su propósito a pesar de lo que sucediera.
HECHOS 27:23-25: Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo, 24 y me dijo: “No tengas miedo, Pablo. Tienes que comparecer ante el emperador; y Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo.” 25 Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo.
Finalmente, después de 3 meses y de haber pasado por tormentas, naufragios, hambre, frío y peligro de muerte el Apóstol llegó a Roma.
A partir de esta experiencia del Apóstol Pablo, podemos aprender que así como Dios lo llevó a Roma porque era su propósito, Dios nos va a llevar adonde EL ya lo ha determinado.
No importa las tormentas que tengamos que pasar, no importa si parece que el barco se está hundiendo y vamos a perecer, debemos creer que en el momento cuando pensamos que todo está perdido, Dios va a hacer algo extraordinario, que nunca imaginamos.
En el momento de mayor dificultad debemos confiar y declarar como lo hizo el Apóstol Pablo “YO SE A QUIEN PERTENEZCO Y A QUIEN SIRVO”, y ese al que yo pertenezco es FIEL a sus promesas, no cambia de parecer y es TODOPODEROSO para hacer lo que tenga que hacer para llevarte a tu destino.
El Señor que nos ha comisionado para hacer la obra misionera nos capacita y nos empodera para hacer cosas mayores que las que EL hizo, está con nosotros siempre, nos guarda, nos protege y nos pide que seamos valientes, que no tengamos temor, que no nos callemos porque el mundo necesita conocerle.
HECHOS 18:9 Una noche, el Señor Jesús habló con Pablo por medio de una visión, y le dijo: «No tengas miedo de hablar de mí ante la gente; ¡nunca te calles!10 Yo te ayudaré en todo, y nadie te hará daño. En esta ciudad hay mucha gente que me pertenece.»
REFLEXIONA:
¿Crees que DIOS te ha comisionado para hacer su obra a pesar de las dificultades y tormentas que enfrentas en la vida?
¿Estás dispuesto a hacer la obra misionera sin temor, confiando en que Dios te capacitará, empoderará, guardará y te acompañará siempre?
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