1 Corintios 9:16-17 (NVI) 16 Sin embargo, cuando predico el evangelio, no tengo de qué enorgullecerme, ya que estoy bajo la obligación de hacerlo. ¡Ay de mí si no predico el evangelio! 17 En efecto, si lo hiciera por mi propia voluntad, tendría recompensa; pero, si lo hago por obligación, no hago más que cumplir la tarea que se me ha encomendado.
La obra misionera no es algo nuevo, comenzó con Jesús, cuando vino del cielo a la tierra a traer salvación. Hoy día es más latente la necesidad del Salvador, el mundo está en gran necesidad, hoy miles de personas se van a una eternidad sin Jesús. ¡Es urgente responder al llamado misionero!.
1. EL LLAMADO A LA OBRA MISIONERA ES UN PRIVILEGIO
El llamado al ministerio misionero es un gran privilegio, no una carga o algo que debamos hacer a cambio de algún beneficio personal. Por ello el apóstol Pablo se expresaba de esta manera, el dice que preferiría morir si no tuviera el privilegio de hablar del Señor.
El misionero cristiano debe tener una actitud de humildad, para reconocer que es por la gracia de Dios que ha sido elegido para llevar el mensaje, por lo que debe estar siempre en disposición de aprender y depender del Señor para hacer su tarea.
Así como el llamado misionero es un privilegio, también es una responsabilidad, que implica riesgos, renuncias y esfuerzo. No es fácil dejar lo conocido por lo desconocido, pero de eso se trata, ir a lugares dónde Cristo no ha sido predicado.
Romanos 15:20-21: “Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán.”
Debemos responder en obediencia y confianza en que si Dios nos llama no es por lo que somos, sino por lo que hará a través de nosotros.
En ese sentido, el Apóstol Pablo también afirma algo tremendo: “por la gracia de Dios, soy lo que soy”. Es decir, ante este gran privilegio sólo podemos dar gracias a Dios por su favor de hacernos participes de su misión, a pesar de nuestras debilidades.
1 Corintios 15: 10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa. Al contrario, he trabajado con más tesón que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
El llamado misionero no es trivial, no es una invitación para ir de turistas a conocer otros países y culturas; es una invitación de parte de Dios para que nos unamos a recoger la gran cosecha de almas que Él tiene listas, en esos lugares donde nunca imaginamos que EL pudiera llevarnos.
2. EL LLAMADO A LA OBRA MISIONERA ES UNA COMISIÓN RECIBIDA DE CRISTO
Para quienes han sido llamados a realizar la obra misionera, el llamado no es una opción, es una obligación, un mandato recibido directamente de nuestro Señor Jesucristo.
Quienes han sido llamados por Cristo deben responder al llamado sin orgullo, ni vanagloria, sin creerse superiores a otros, siendo conscientes de sus propias imperfecciones.
La motivación del que ha sido llamado por Dios para ejecutar la comisión designada, debe ser exaltar el nombre de Cristo, glorificar a Dios. Todo lo que DIOS hace en la salvación de los seres humanos es para la alabanza de su gloria.
Filipenses 2:10-11 (NVI)10 para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra,11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre..
El discípulo de Cristo llamado a la obra misionera debe predicar el evangelio con pasión y vehemencia:
“Proclamar con lengua de trompeta y celo encendido las inescrutables riquezas de Cristo Jesús, para que los hombres puedan oír, y entendiendo, puedan volverse a Dios con todo su corazón. “(Charles Spurgeon)
REFLEXIONA
¿Estás dispuesto a responder al llamado de Dios de ir a llevar su mensaje?
¿Te duelen las miles de almas que se pierden sin conocer a Jesús?
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