1 Tesalonicenses 2:9-12 (NVI): 9 Recordarán, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para proclamarles el evangelio de Dios, y cómo trabajamos día y noche para no serles una carga.10 Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en una forma santa, justa e irreprochable. 11 Saben también que a cada uno de ustedes lo hemos tratado como trata un padre a sus propios hijos. 12 Los hemos animado, consolado y exhortado a llevar una vida digna de Dios, que los llama a su reino y a su gloria.
Cuando aceptamos el llamado misionero, nuestro deber es presentar al Señor Jesucristo como el único medio de salvación para la humanidad.
Presentar el Evangelio a toda criatura debe ser nuestra prioridad, sin importar el precio que haya que pagar, la oposición o cualquier otra cosa que se quiera levantar en nuestra contra.
Teniendo en mente la labor misionera del Apóstol Pablo vamos a analizar algunos aspectos relacionados.
1. LA LABOR MISIONERA IMPLICA TRABAJAR DURO
La predicación del Evangelio de Jesucristo no es una tarea fácil, es una labor que requiere sacrificios, esfuerzos, cansancio y muchas veces incomprensión.
La labor misionera implica “trabajar hasta el cansancio”, “agonizar en una lucha”. Trabajamos hasta el cansancio y el agotamiento, porque nuestros objetivos son eternos, está en juego la eternidad de muchas vidas.
J. Oswald Sanders escribe que si un hombre “no está dispuesto a pagar el precio de la fatiga por su liderazgo, siempre será mediocre”.
El cansancio, la soledad, la lucha, levantarse temprano, quedarse despierto hasta tarde y renunciar a los placeres acompañan a la excelencia en cualquier servicio.
El Apóstol Pablo habla en sus cartas de las muchas veces que soportó el cansancio, el sufrimiento, el dolor, la agonía, peligros de muerte e incluso el naufragio.
Podemos entender como soportó todos esos peligros porque tenía la eternidad en la mira, él sabía que el destino de miles de almas estaba en juego.
2 Corintios 11:24-27 (RVR1960). 24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. 25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; 26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; 27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
2. LA LABOR MISIONERA DEMANDA UNA CONDUCTA INTACHABLE
Como representantes de Jesucristo debemos mostrar un testimonio que conduzca a otras personas a los pies del Señor. Debemos desarrollar un carácter maduro, ya que, este determina nuestra conducta.
Como hijo de Dios, tenemos el modelo del carácter maduro a seguir: el de Jesucristo, quien supo enfrentar cada situación de la vida de una forma madura y sabia.
En el campo misionero enfrentaremos diversas presiones que harán aflorar nuestro carácter. Por eso es muy importante que podamos desarrollarlo con la ayuda del Espíritu Santo en comunión y dependencia constantes.
También es importante el estudio consistente de la Palabra de Dios, que nos ayudará a crecer y madurar en Dios, “el cristiano que no crece se estanca”.
Es importante mantener una conducta intachable, ya que cuando vayamos a realizar la labor misionera que Dios nos ha encomendado, no todo será color de rosa, por lo que es importante estar preparado para que nuestro carácter al ser probado, pueda ser hallado aprobado.
1 Pedro 2 (NVI) 11 Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos[e] que combaten contra la vida. 12 Mantengan entre los incrédulos[f] una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación
3. LA LABOR MISIONERA NOS CONVIERTE EN PADRES ESPIRITUALES
En nuestra labor misionera debemos proclamar a Jesucristo como Salvador, mostrándole al mundo que sólo Jesús suple las necesidades espirituales del ser humano, sana cualquier dolencia física, llena las necesidades emocionales de todo el que lo recibe, brinda esperanza y gozo a todo aquel que pone su confianza en EL.
Mediante nuestra labor misionera nos convertimos en padres espirituales de los nuevos convertidos, para los cuales debemos ser un ejemplo de carácter y de principios, pero teniendo cuidado de no convertirlos en seguidores nuestros, sino en discípulos de Jesús
Nuestro mayor esfuerzo y sacrificio se debe enfocar, para que aquellos a quienes el Señor nos permita edificar, sean cimentados en la Palabra de Dios y aprendan a tener su propio caminar con Dios y no dependan de nosotros.
Como padres espirituales tenemos la responsabilidad de nutrirlos con la Palabra de Dios, acudir en su ayuda en momentos de necesidad o angustia, estar disponibles para brindar un consejo adecuado y de acuerdo a la Palabra de Dios.
También debemos interceder por ellos, entrenarlos para servir a Dios y desarrollar un proceso de perfeccionamiento de su carácter, lo cual implica exhortarlos y confrontarlos con amor.
1 Corintios 4:14-21 (NVI): 14 No les escribo esto para avergonzarlos, sino para amonestarlos, como a hijos míos amados. 15 De hecho, aunque tuvieran ustedes miles de tutores en Cristo, padres sí que no tienen muchos, porque mediante el evangelio yo fui el padre que los engendró en Cristo Jesús. 16 Por tanto, les ruego que sigan mi ejemplo. 17 Con este propósito les envié a Timoteo, mi amado y fiel hijo en el Señor. Él les recordará mi manera de comportarme en Cristo Jesús, como enseño por todas partes y en todas las iglesias.
REFLEXIONA:
• ¿Estás dispuesto a trabajar duro para la proclamación del Evangelio de Salvación?
• ¿Estás permitiendo que DIOS forje tu carácter y seas un obrero probado y aprobado?
• ¿Estás preparado para afrontar el rol de un padre espiritual?
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