¿POR QUE PREOCUPARNOS POR LAS 8000 ETNIAS?

  ¿POR QUE  PREOCUPARNOS  POR  LAS  8000 ETNIAS?

Podemos contestar esta pregunta de varias maneras:

   En primer lugar los millones de seres humanos que forman

parte de esas etnias, están dentro del marco de Hechos 1. 8 que

Jesús delineó con sus últimas palabras, antes de ascender al cielo,

dijo “ Me seréis testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra”.

Entre ellos están esas “otras ovejas … que oirán su voz …” e

integrarán  “un rebaño y un pastor” – Juan 10: 16.

   El Señor también señaló en otra ocasión que “los que están

sanos, no tienen necesidad de médico sino los enfermos” y

todos estos grupos sin distinción están afectados por la terrible

enfermedad del pecado, que se ha desarrollado entre ellos de

mil maneras y a semejanza del antiguo pueblo de Israel su condición es que“desde

la planta del pie hasta la cabeza, no hay en ellos cosa sana, sino

herida, hinchazón y podrida llaga” – Isaías 1: 6. El pecado corrompe

y deteriora la vida física y espiritual y conduce a la muerte.

   Una tercera razón es que los que integran estos grupos no pueden

salvarse aunque quisieran porque entre ellos todavía no hay procla-

mación del evangelio, no hay misioneros, no hay cristianos que expresen

lo que significa conocer a Cristo, no tienen las Sagradas Escrituras en

sus  lenguajes nativos, por lo tanto entre estos pueblos no se ha predicado

el evangelio, no hay discípulos, ni iglesias, ni testigos que puedan

mostrar donde está el camino y la puerta de la salvación.

   La obediencia a dos mandamientos de Cristo que siguen vigentes

nos pueden mostrar lo que Dios espera de cada uno de nosotros para

hacer frente a la apremiante necesidad de 8000 etnias sin Cristo:

           Primero: “Alzad vuestros ojos y mirad los campos porque

                            ya están blancos para la siega” – Juan: 4: 35.

           Segundo: “Rogad al Señor de la mies que envíe obreros

                            a su mies” – Mateo 9: 38.

   La decisión y testimonio de J. L. Ewen:

                          “Mientras haya millones de seres humanos

                           destituidos de la Palabra de Dios y el co-

                           nocimiento de Jesucristo, me será imposi-

                           ble dedicar mi tiempo y energías a aquellos

                           que ya disfrutan de ambas cosas”.

 

 

 

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