QUIERO SER MISIONERO

MATEO 5:13 “Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.

La sal se usaba en la antigüedad y aún en la actualidad en algunos lugares para preservar los alimentos de la corrupción, para eliminar los microbios, como antiséptico para limpiar heridas, para descongelar, para resaltar el sabor de los alimentos, dar sazón y estimular el apetito. De hecho, cuando la sal no está en una comida es muy notorio porque ésta se torna desabrida y poco apetitosa.

¿Qué nos quiere decir Jesús cuando afirma que somos la sal de la tierra?. Significa que los hijos de DIOS ejercemos en el mundo algunas de las funciones de la sal:

• Detener la corrupción del mundo
• Eliminar lo impuro, lo indigno
• Remover la frialdad de las personas
• Ser la sazón de la tierra, esa influencia buena, agradable, que atrae, que dan ganas de conocer
a DIOS
• Que cuando no estemos se note nuestra ausencia

¿Pero qué pasaría si nosotros perdiéramos esa gracia que nos convierte en bendición para nuestros semejantes y carecemos de los elementos que pueden detener la corrupción, sazonar la insipidez y marcar la diferencia? ¿Qué nos espera? ¿Qué le espera a este mundo?

Si queremos ser de bendición para el mundo y creemos firmemente que DIOS nos puede usar para llevar su mensaje de salvación, debemos mantener ese sabor, no podemos permitir que nuestra sal pierda su sabor que es lo que nos distingue de los demás y que nos permite ser de influencia, pero para hacerlo necesitamos cultivar una relación más íntima con AQUEL que nos ha comisionado, para lo cual debemos tener en cuenta lo siguiente:

1. PARA SER MISIONERO NECESITAS NUTRIRTE CON LA PALABRA DE DIOS:

Cuando meditamos en la Palabra de Dios, nuestra fe y nuestra confianza en el Señor se fortalecen, nos volvemos firmes y sólidos, somos como ese edificio que en apariencia es como cualquier otro, pero sus cimientos son fuertes, profundos y su material es distinto a cualquier otra construcción.

Así mismo, quiere el Señor que seamos nosotros, que, aunque en apariencia nos veamos como cualquier otra persona, ante las crisis y las tormentas no tambaleamos, porque nuestro cimiento es tan fuerte que no hay nada que lo mueva, que aún ante los ataques del enemigo, podamos defendernos con la Palabra de Dios, así como lo hizo Jesús, cuando fue tentado en el desierto porque la Palabra de Dios estaba arraigada en su mente y en su corazón.

Dios desea que no sólo usemos Su Palabra para nuestro propio beneficio, sino que podamos animar a otros a confiar en EL, que cuando las personas se acerquen en busca de un consejo y una oración, tengamos esa Palabra precisa de parte del Señor para ellos; porque si nuestro corazón está lleno de Dios, las palabras que saldrán de nuestra boca serán de bendición, Jesús dijo “De la abundancia del corazón habla la boca”. Por lo tanto, lo que fluirá de nosotros serán palabras que provienen del corazón de Dios e infundirán fuerzas nuevas y esperanza en medio de las dificultades.

Por el contrario, cuando no nos alimentamos con la Palabra de Dios, nos debilitamos, nos desalentamos ante cualquier dificultad e incluso somos blancos fáciles del enemigo, nos dejamos engañar por falsas ideologías, falsos conceptos, falsas doctrinas y falsas profecías.

Es por ello, que para ser un mensajero de las buenas nuevas de Salvación debemos dedicar tiempo, esfuerzo y disciplina para meditar en la Palabra del Señor, para memorizarla, pero más que eso para vivirla, para creer con todo nuestro corazón a cada palabra y cada promesa que Dios nos ha dejado en su Santa Palabra. Esto no sólo nos conviene a nosotros, le conviene al mundo, porque si vivimos conforme a la Palabra e impulsamos a otros a vivir de acuerdo a ella, estamos cumpliendo la función de preservar al mundo de la corrupción que hay por la falta del conocimiento de Dios.

2. PARA SER MISIONERO NECESITAS APRENDER A DESCANSAR EN DIOS:

Dios ha provisto para nuestro descanso integral la oración, cuando nos acercamos a Dios en oración, con una actitud humilde, reverente, de total dependencia, permitiendo al Espíritu Santo que obre en nuestro interior y entregando todas nuestras cargas a Dios, EL sabe aligerarlas muy bien, Jesús es un experto y por ello afirmó en MATEO 11:28 “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso”.

El Teólogo Wayne Grudem plantea:

“La oración no está hecha para que Dios pueda enterarse de lo que necesitamos…Dios quiere que oremos porque la oración expresa nuestra confianza en Dios y es un medio por el cual nuestra confianza en Él puede aumentar. De hecho, tal vez el énfasis primordial de la enseñanza de la Biblia sobre la oración es que debemos orar con fe, lo que quiere decir confianza o dependencia en Dios. Dios, como nuestro Creador, se deleita en que confiemos en Él como sus criaturas, porque una actitud de dependencia es la más apropiada para las relaciones entre el Creador y la criatura. Orar en humilde dependencia también indica que estamos genuinamente convencidos de la sabiduría, amor, bondad y poder de Dios, y ciertamente de todos los atributos que forman su excelente carácter”

Para descansar en Dios, necesitamos dedicar tiempo diario para estar en comunión con el cielo, exponiendo nuestro corazón y nuestra causa, no porque el Señor necesite que le contemos nuestras necesidades, nuestros anhelos y nuestras preocupaciones, EL lo sabe todo. Somos nosotros los que necesitamos conocerlo más para comprender su perfecta voluntad para nuestra vida, somos nosotros los que necesitamos desahogarnos con la persona que mejor nos comprende, que más nos conoce, que más nos ama, que está dispuesto a suplir todas nuestras necesidades y a darnos siempre lo mejor. El salmista así lo expresa en el SALMO 119:145- Con todo el corazón clamo a ti, Señor; respóndeme, y obedeceré tus decretos.

La oración ferviente y perseverante mueve el corazón de Dios, cuando estamos en perfecta comunión con Dios es más fácil discernir su voluntad, nuestro corazón se alinea con el corazón de Dios y podemos experimentar su amor y compasión por las almas que vagan sin dirección y que se van rumbo a la eternidad sin Dios.

Cuando tenemos esos tiempos a solas con Dios, podemos experimentar el verdadero descanso, la verdadera paz en cualquier situación que nos encontremos, en nuestro rostro se reflejará la paz, la tranquilidad, el gozo, esa luz y ese resplandor similar al que emitía Moisés cuando bajaba del Monte de hablar con El Señor.

Como consecuencia los demás desearan experimentar lo mismo que nosotros reflejamos, esto los acercará al Señor, nuestro testimonio servirá para que otros conozcan a Dios y así estaremos cumpliendo con otra función de la sal, que es la de darle sabor a la vida, de influenciar para bien y marcar la diferencia.

3. PARA SER MISIONERO NECESITAS EJERCITARTE EN LA FE:

Dios quiere que afectemos al mundo haciendo partícipes a los demás de lo que Él nos ha dado, el Apóstol Santiago dice que “La fe sin obras es muerta”, no podemos decir que profesamos una fe, sino evidenciamos esa fe a través de lo que hacemos.

Dios nos ha comisionado para que hablemos de su amor, de lo que El ha hecho, hace y hará por nosotros, Dios quiere usarnos para sanar no sólo de enfermedades físicas, sino de las enfermedades del alma, EL quiere consolar a través de nosotros, restaurar vidas, restaurar hogares, rescatar al perdido de las garras del enemigo, pero para eso necesita de nuestra cooperación.

Cada uno de nosotros tiene algo que hacer en la obra del Señor. En algunas iglesias en China, dan la bienvenida a los nuevos creyentes diciéndoles: “Ahora Jesús tiene un nuevo par de ojos para ver, nuevos oídos para oír, nuevas manos para ayudar y un nuevo corazón para amar a otros.”

El plan de Dios es que cada uno de nosotros desempeñemos una función dentro de la iglesia y dentro de la sociedad, para eso Él nos ha dado dones y ministerios que solamente podemos descubrir en la medida que crecemos en el conocimiento de su Palabra, vivamos una vida de oración y nos dejemos guiar por Él.

Si nos llenamos solo de conocimientos y no compartimos con otros se produce un estancamiento espiritual. La vieja comparación del mar de Galilea con el mar Muerto sigue siendo verdad, Galilea es un lago lleno de vida que no sólo recibe agua sino que también la da. En contraste, no hay nada vivo en el mar Muerto, porque al no tener una salida, se ha estancado.

Se necesitan experiencias de servicio en las que se puedan ejercitar nuestros dones espirituales, estos no nos fueron dados para nuestro propio beneficio sino para el beneficio de otros. La Biblia dice en 1 CORINTIOS 12:5-7 “Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. 6 Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.7 A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás.”.

Cuando nos dejamos usar por Dios, poniendo a su disposición nuestros dones y talentos para servir a los demás, impactamos vidas con el amor y la bondad de Dios, rompemos las barreras de la indiferencia y los paradigmas sociales, somos líderes al estilo de Jesús, que “vino para servir y no para ser servido”, somos como la sal que descongela el hielo, que rompe la frialdad de los corazones endurecidos para que Jesús llegue a morar en ellos.

REFLEXIONE:

• ¿Le estamos poniendo sazón a la vida de los demás?
• ¿Influenciamos para bien o nos estamos volviendo insípidos como la sal que pierde su sabor?
• ¿Qué estamos haciendo para que el mundo experimente la clase de vida que Jesús vino a dar?

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